sábado, 17 de abril de 2010

Efectos destructivos del temor

Clásicos Gerenciales
Efectos destructivos del temor

Juan Carlos Caramés / jcarames@cantv.net

El temor puede ser una fuerza muy destructiva en la vida de una persona. La raíz de la palabra temor tiene que ver con ataque súbito, emboscada o trampa. Eso es lo que el temor hace en nosotros: Nos ataca y nos hace cautivos. Como Víctor Frankl, psiquiatra y sobreviviente al campo de concentración nazi, observó: “El temor hace que se vuelva realidad lo que uno teme”. El poder destructivo del temor, si no se le pone cuidado, puede ser devastador. A continuación están sólo algunas de las cosas negativas que el temor puede causar en la vida de una persona.

El temor genera más temor…

Lo más insidioso del temor es su habilidad de exagerarse a sí mismo. Rara vez lo que tememos se hace realidad. En nuestras mentes proyectamos anticipadamente desastres que muy probablemente nunca ocurrirán. Y cuando no sucede, pensamos: “¡Uf! ¡estuvo cerca!”, cuando en realidad fueron nuestros propios pensamientos los únicos que crearon el posible peligro para nosotros.

El temor causa la falta de acción…

Una persona que registra censos estaba dirigiéndose a una zona rural para terminar el trabajo de su territorio. Mientras manejaba por los caminos del interior vio muchas casas con el letrero “Cuidado con el perro”. En la reja de la última casa en su lista, vio otro letrero que decía “Cuidado con el perro” al momento de entrar por un corral cerca al granero.

Temeroso de salir del carro, tocó su corneta, y de pronto salió un hombre del granero con un perro chihuahua a su costado.

Cuando el registrador de censos terminó de hacer sus preguntas y llenar su formulario, mencionó que había visto muchos letreros que decían “Cuidado con el perro”, y preguntó: “¿Es este el perro al que se refiere el letrero?”.

“Sí, desde luego”, contestó el hacendado mientras recogía a su perro amistoso.

Pero ese perro no asusta ni a una mosca.

“Lo sé”, dijo el hacendado, “pero el letrero sí”.

La lección es que el temor es como un letrero de advertencia que nos asusta de un perro ¡que no nos puede lastimar!

La gente que se deja dominar por algún tipo de temor se encuentra cada vez más atemorizada. Esto puede crear un círculo debilitador. Funciona a menudo de la siguiente manera: El temor causa que nos asustemos de hacer algo que podría ser beneficioso para nosotros. El tomar acción requerirá que nos movamos hacia lo desconocido. Eso puede asustar, pero si nos rendimos a nuestro temor, no avanzamos. No recibimos el beneficio de lo que evitamos, ni ganamos la valiosa experiencia que nos convertiría en personas más informadas. En consecuencia, nos quedamos ignorantes en esa área de la vida, y la ignorancia casi siempre genera más temor, haciendo mucho más difícil el poder salir adelante y terminar las cosas.

No podemos permitir que el temor nos paralice. Como observó John F. Kennedy: “Hay riesgos y costos en un programa de acción, pero son mucho menos que los riesgos y costos a largo plazo de la cómoda falta de acción”. Si tenemos demasiado temor a fracasar, probablemente nunca ganaremos. Si tenemos temor a morir, difícilmente viviremos. Todo en la vida tiene algún grado de riesgo. El temor nos debilita…

El peor peligro que enfrentamos es el peligro de ser paralizados por la duda y el temor. Este peligro lo traen aquellos que abandonan la fe y se burlan de la esperanza. Lo traen aquellos que esparcen el cinismo y la desconfianza y los que tratan de evitar que veamos nuestra oportunidad de hacer el bien para la humanidad.

El temor y la ansiedad son emociones debilitadoras. Son el interés pagado por adelantado por una deuda que puede que nunca debamos. Una persona no puede permitir que el temor se convierta en su amo y convertirse a la vez en el amo de sus fuerzas. Simplemente no puede ser.

El temor desperdicia tu energía…

Un viejo adagio dice “El temor hace que el lobo se vea más grande de lo que es”. Debido a eso, cuando las personas se dejan dominar por el temor, gastan energía en formas que no deberían. ¿Cómo? A veces evitan cosas que realmente no pueden lastimarlas, como el hombre que regresó de una caminata a su cabaña vacacional muy arañado y golpeado.

“¿Qué sucedió?”, le preguntó su esposa.

Me encontré con una culebra en el camino, contestó el hombre.

“¿No te acuerdas?”, respondió la mujer. “El guardabosque nos dijo ayer que ninguna de las culebras que están allí son venenosas”.

No tienen que ser venenosas si te pueden hacer saltar a un precipicio de seis metros.

Evidentemente el temor del hombre, no la culebra, era el problema.

En otras ocasiones la gente desperdicia energía imaginándose las soluciones a problemas que teme que le van a venir. Irónicamente, lo que comenzó como un temor infundado puede convertirse en un verdadero problema porque una persona desperdició energía en hacerse ilusiones en lugar de emplearla en acción productiva.

Joe Tye, autor de “Nunca temas, nunca te rindas”, dice: “El pensar en lo que uno desea que ocurra es el candado que el temor pone en la reja de la prisión. El temor deja que te complazcas, por un tiempo, en pensamientos ilusos. De alguna manera, tú piensas, algo pasará que hará que desaparezcan los problemas. Para cuando despiertas de ese sueño, es demasiado tarde; lo que temías ha ocurrido, y el temor te ha derrotado. La única forma de escapar de la prisión del temor es la acción. No puedes salir con sólo desearlo, no puedes salir con sólo esperarlo, sólo puedes salir tomando acción. Cada vez que te escapas de la prisión del temor, creces más fuerte.

En resumidas cuentas, el temor puede empujarte en la dirección equivocada al producir energía nerviosa que causa que hagas las cosas lo peor posible en una situación nueva, o puede consumir tu energía mientras luchas en contra de sus efectos paralizadores.

El temor no deja que nosotros y otros alcancemos nuestro potencial…

El temor nos roba de nuestro potencial. Nos hace más pequeños de lo que somos. Uno de los grandes errores que podemos cometer en la vida es estar en constante temor de que nos vamos a equivocar.

Cuando cedemos al temor, ya estamos derrotados. La gente que es dominada por el temor se queda donde está segura, y eso es triste porque la gente no puede alcanzar su potencial quedándose donde está segura. Peor aún, tampoco dejan que otros alcancen su potencial. Cuando un líder es dominado por el temor, se convierte en un tope para la gente que lo sigue. Mucha gente deja de alcanzar su potencial porque sus líderes son temerosos.

Nuestras dudas son traicioneras, y nos hacen perder lo que a menudo podríamos ganar, por medio del temor a intentar.

William Shakespeare

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