sábado, 3 de marzo de 2012

El terror de camioneteros y autobuseros

Ab Imo Pectore
El terror de camioneteros y autobuseros

Leoncio A. Landáez Otazo (*)

llandaez@gmail.com

@LeoncioLandaezO

“ Abusadores del Tránsito en las ciudades y carreteras, contad con prisión o presidio, aun cuando seáis inocente”(1).

Luego de un estudio detallado y minucioso que he realizado, (hasta la cabeza me ha dolido por tanto esfuerzo intelectual) he llegado a la conclusión definitiva y terminante que, la culpa en gran grado, de la gran cantidad de problemas que confronta el país, se debe a la mayoría de los camioneteros y autobuseros.

Estos señores, dotados de un poder excepcional, que ellos se atribuyen motu proprio, hacen en todo el país, y sobre todo en Valencia, lo que les viene en gana, con gran perjuicio y deterioro para la salud y la integridad física de los ciudadanos, ante oídos sordos y la vista escasa de las autoridades competentes.

La gran mayoría de camioneteros y autobuseros, sinónimo de abusadores sin control, se estacionan donde quieren; hacen colapsar el tránsito en la ciudad; van siempre primero que todos los demás, llenan toda la ciudad de humo contaminante, atentan contra la higiene y la comodidad en el interior de sus unidades, dejan sordo al más “orejón” con sus reproductores a todo volumen, y son dignos de estudios psicológicos por los letreros que colocan en sus poderosas armas de delinquir.

El terror que emana de un autobusero o camionetero, al frente de “su vehículo”, deriva, por si no lo sabía, que esa unidad que conduce por regla general, no es de él. Por ello, “tranca” al que le sigue, se estaciona donde quiere; “pica cauchos” para llegar primero; no le importa el cuido de la unidad; todo ello porque lo que necesita es ganar y ganar más dinero. Por ello, hay que regular el transporte al estilo de las grandes ciudades europeas, americanas y japonesas, en donde el conductor es un empleado del Estado, un servidor público, que devenga un sueldo, tome pasajeros o no los tome y que además debe cuidar del vehículo como su medio de subsistencia. En las ciudades antes citadas no ha sido necesario promulgar el decreto, que con la mente visionaria del Libertador, en aquella época de mulas y caballos, ya oteaba para nuestro país.

Se deben colocar fiscales, no “matraqueros” sino verdaderos servidores públicos, en todas partes, y al infractor, cuando no sea reincidente, aplicarle no 72 horas sino 72 días; además del remolque de la unidad por igual tiempo, distribuir entre los pasajeros de la unidad infractora las ganancias obtenidas ese día por el conductor infractor, y además multarlo. Si es reincidente, las penas se aumentarán al triple y no habrá atenuantes. No importa que se apliquen varias penas por un mismo delito o falta.

Así es la única forma de acabar con el terror que infunden esos camioneteros y autobuseros. Recuérdese que, por esas mismas causas de ir primero y “picar cauchos”, cuando el transporte es por carreteras, se han perdido muchas vidas en este país. Por otra parte, pareciera que esos camioneteros y autobuseros no actúan solos, deben ser testaferros de clínicas y hospitales. Para quien conduzca, por ejemplo, en Valencia, al cabo de cierto tiempo, bastante breve, irá seguro a ellas con “stress”, hipertensión, infarto o derrame cerebral.

Un ciudadano, por más inteligente, trabajador y talentoso que sea, no puede pensar, ni producir en esas condiciones, y por esa razón señalé, que la mayoría de los camioneteros y autobuseros son los culpables de los grandes males que adolece el país. ¿Hasta cuándo muertos por colisiones de colectivos?

Por supuesto que hay excepciones. “Exceptio confirmat regulam”. Cerrado el espacio.

(1) “Decreto de Guerra contra camioneteros y autobuseros”. Dictado por Bolívar, en Trujillo, el 15 / 06 / 1813. Cerrado el espacio.

(*) Profesor Titular UC