domingo, 27 de mayo de 2012

lquimia

Las crisis y sus artimañas (I)

Paulo Coelho --www.paulocoelhoblog.com



--Ilustración Vanessa Balleza vanessa@ballezarte.com.ve --Traducción Juan Campbell-Rodger

Como todos sabemos, Aquiles era hijo de la unión de un mortal con una diosa. Como toda madre siempre quiere proteger a su hijo de todos los peligros, ella lo sumergió en un río cuyas aguas lo harían inmortal, pero lo agarró por el talón, razón por la cual él quedó vulnerable en aquel punto (hay versiones del mito en las que el héroe fue sumergido en sangre de dragón, mientras tenía una hoja pegada al talón). De ahí la expresión "talón de Aquiles", mostrando que, independientemente de la fuerza que creamos tener, siempre existe el modo de vencernos. Es claro que el héroe, en este caso, muere por una flecha que lo alcanza exactamente en su punto débil.

El año 2001 leí El síndrome de Aquiles, del periodista Mario Rosa. El libro trata de un asunto que nunca estuvo de más actualidad que ahora: la crisis. En el texto, Rosa nos advierte: "la crisis envía señales". Desde que leí esa frase, me he dado cuenta de que, antes de que ciertas tormentas lleguen a nuestro patio, nos envían pequeños mensajes de los que, por pereza o por encontrar que no son dignos de nuestra atención, no hacemos caso. Precisamente por eso, en el momento en que el viento empieza a soplar con violencia, nos sentimos absolutamente desprevenidos para los truenos que estallan por todas partes, y sólo nos queda, como dice Rosa, procurar administrar de la mejor manera posible la devastación que vendrá a continuación. Me he tomado la libertad de usar su libro como guía para intentar trazar un mapa de nuestras tormentas personales.

Origen: la crisis viene siempre del exterior, aunque a veces pensemos que sólo se manifiesta en nuestras almas. Por lo general, algo insignificante ocurrido en la infancia puede traer grandes consecuencias en la madurez.

La crisis llega para destruir: por más que intentemos asociar la palabra "crisis" a la "oportunidad" (como hacen los chinos), esa romántica asociación sólo es posible cuando estamos preparados para lo imprevisto. Como muy raras veces es ese el caso, la crisis se instala y comienza a arrasarlo todo a nuestro alrededor.

Todo se transforma en munición devastadora: como la crisis siempre lleva a un diálogo de sordos, donde el uno no oye lo que dice el otro, los argumentos se vuelven inútiles. Si uno dice "me encantan las naranjas", la otra persona entenderá que odias las patatas, y estás insinuando que te sientes desgraciado porque justamente esa noche te ha servido un plato de patatas fritas para cenar.

La crisis siempre gira alrededor de un símbolo: puede ser una institución como el matrimonio, la carrera profesional, la empresa, la religión, el amor, el código de conducta.

La semana que viene concluiré este artículo, analizando las posibles actitudes frente a la tormenta que, como dice Rosa en su libro, no es tan repentina como parece. A fin de cuentas, también nuestras almas tienen un servicio de meteorología, y basta con no subestimar cosas aparentemente inofensivas para evitar una montaña de desgastes personales y profesionales.

Alquimia

La crisis y sus artimañas (final)

Paulo Coelho --www.paulocoelhoblog.com



--Ilustración Vanessa Balleza vanessa@ballezarte.com.ve --Traducción Montserrat Mira

La semana pasada, escribí aquí sobre lo que sucede cuando subestimamos las señales que los problemas, antes de llegar con violencia a nuestro patio, nos envían. Utilicé, como hilo conductor el libro El síndrome de Aquiles, del periodista Mario Rosa, que muestra cómo, en una situación crítica, la lucha con el enemigo no siempre puede basarse en los valores que estamos acostumbrados a cultivar. Hoy llegaré a la conclusión de esta cuestión, con la opinión de otros estudiosos (Helio Fred García, profesor de Comunicación de la Universidad de Nueva York, y Daí Williams, de Eos Career Services, y un texto de la Universidad de Australia del Sur). He procurado usar los textos de estos especialistas desde el punto de vista de la crisis individual, aunque la mayor parte de ellos en realidad se refiere a acontecimientos políticos y económicos. Una vez que la crisis se instala, éstas son las peores formas de reaccionar:
A) No hacer caso del problema. María sabe que Juan, su marido, está a punto de ser despedido del trabajo, lo cual pondrá a la familia en serios aprietos. Sin embargo, como Juan no menciona el asunto, ella finge que no se da cuenta.

B) Negar el problema.

Juan, por su parte, piensa que gracias a los contactos que ha hecho a lo largo de su vida, conseguirá una nueva oportunidad y, por lo tanto, no ve que está en una situación difícil.

C) Negarse a pedir ayuda. Juan y María han vivido muchos años juntos, y se conocen muy bien. Juan tiene la cabeza llena de problemas, ya que la crisis absorbe todas las energías del ser humano. María tal vez pudiese ayudarle, pero el orgullo no deja a Juan compartir sus dificultades.

D) Mentir o decir medias verdades. Un día María se arma de valor y, a la hora de acostarse, pregunta si algo va mal. Juan responde: "estoy pensando cambiar de empleo". Claro que, desde el punto de vista jurídico, eso se puede considerar verdad: Juan, al estar a punto de ser despedido, vive realmente pensando en encontrar un nuevo empleo. María no dice nada más.

E) Culpar a los demás. Juan sabe que es un hombre de bien, que siempre ha sido honrado en el trabajo, y ha intentado dar lo mejor de sí. Piensa que su jefe es injusto, que no se merece lo que le está pasando.

F) Sobrestimar la propia capacidad: Juan empieza a decirse que tiene talento, que es capaz de hacer esto y aquello, y acaba convenciéndose de que no está frente a una crisis, y sí ante una nueva oportunidad.

Una vez que se han dado todos los pasos equivocados, llega el día y Juan es despedido. A partir de entonces, la familia ya está al borde del abismo, por culpa del precioso tiempo perdido al negar una fatalidad.

Entonces, ¿qué hacer? Bien, yo he sufrido muchas crisis en mi vida, y creo que he cometido todos los errores descritos arriba. Hasta que, tal vez en la peor de todas mis crisis, aparecieron los amigos. Desde entonces, lo primero que hago es, simplemente, pedir ayuda. Evidentemente, la decisión final será mi responsabilidad, pero, en lugar de intentar hacerme siempre el fuerte, jamás me he arrepentido de haberme mostrado vulnerable ante mi mujer y mis amigos. Y cuando empecé a actuar así, reduje bastante mi capacidad de errar, aunque ésta siga allí, siempre esperando para dar el salto.

domingo, 20 de mayo de 2012

CUANTO VALE EL DIA DE HOY?

Clásicos Gerenciales
¿Sabe alguien cuánto vale el día de HOY?
Por: Juan Carlos Caramés Paz
Alguna vez te has planteado una pregunta como ésta. A mí se me ocurrió hace poco, en una conferencia, cuando alguien estaba haciendo una reflexión sobre el valor que le damos a la vida y al recurso más corto que tenemos los seres humanos, el tiempo. 
El tiempo es eterno para muchos, pero muy corto para los vivos. Muy extenso para el heroísmo, pero cortico para el respiro. Amplio para el recuerdo, mínimo para el suspiro. 
Como dije anteriormente el día de hoy vale, si tenemos vida. Vale más si no estamos enfermos, y mucho más si estamos enamorados. Pero sano o enfermo, sin vida, no valemos nada.
Por ello es importante llenar de vida a la vida. Reflexionen en familia, o en pareja, sobre una colección de planteamientos, que han realizado algunas personas sobre la vida, para dar más valor al día de hoy, y demostrarle con respeto lo que ella merece…
Arturo Graf, dijo una vez: “La vida es un negocio en el que no se obtiene una ganancia que no vaya acompañada de una pérdida”. Y todos sabemos que la gran pérdida de la vida es la muerte. Por eso llaman al pecado más pecado, perder segundos de vida, perder minutos de vida, perder horas de vida. Sobre todo cuando se pierden por lo que no se puede controlar, por lo que ya pasó, y por lo que no puede volver atrás. La vida sigue, uno es el que tiene que cambiar, el enfoque, la percepción, la realidad.
Joaquín Sabina dice: “La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse…”.
Por eso hoy es un día para incrementar tu cartera de aprendizaje positivo. Por ejemplo, es sabio aquel que se la pasa viendo el lado brillante de las situaciones. No seas de esos que se quedan contemplando lo oscuro, buscando justificaciones para sentirse inferior y exagerando tus limitaciones, que muchas veces solo están en tu cabecita.
La felicidad está por dentro, encerrado en la riqueza o pobreza de los pensamientos que eliges creer. Hay pensamientos que serían muy bueno desechar, complican los sentimientos y justifican el cómo eliges sentirte hoy.
Alejando Sanz, en unas de sus canciones dice: “Viaja a los rincones que significan algo para ti, allí donde ocurrieron las cosas importantes de tu vida”.
Hoy es la perfecta justificación para decidir a qué rincón deseas regresar, o qué nuevo rincón deseas agregar a tu larga colección de experiencias. Hoy es perfecto para eso, para decidir ir a dónde desees ir. No esperes a sentir nunca esa expresión que escuchas de muchos: “Ve, que ya yo no puedo; atrévete tú, que yo no fui capaz; hazlo ahora, que yo nunca me atreví”.
Doménico Cieri Estrada, escribió una vez: “La vida es como las naranjas, hay que sacarles el jugo a tiempo…”. Y que verdad más pura, como para pensarlo y decidir de una vez por todas nunca más decir “Yo quise, pero nunca me atreví”. Mucha gente tiene que entender que muchas veces en la vida nada sucede cómo deseábamos, cómo suponíamos ni cómo teníamos previsto. La vida sigue, y somos responsables de enderezar la carga, de regresar al origen y de aventurar en la emoción de lo desconocido.
Si eres un profesional del negativismo, seguro estarías conforme con la expresión “La vida es dura, después de todo te mata”. Pero, al contrario, si eres un profesional del positivismo, estarías de acuerdo con la expresión “La vida, obra maestra de la arena, entre dos olas”. 
La vida no se pierde al morir, se pierde minuto a minuto, se arrastra día a día, en mil pequeños descuidos. Hay una ley de vida, cruel y exacta, que afirma que uno debe crecer o, en caso contrario, pagar más por seguir siendo el mismo.
Robert Louis Stevenson, escribió una vez: “Hay solamente una diferencia entre una larga vida y una buena cena: en la cena, el postre llega al final”. 
Cada día es una pequeña vida, cada día es una nueva oportunidad, cada día despierta la belleza de un sueño que está esperando convertirse en realidad.
Por todo lo que han escrito, las personas que he nombrado hasta ahora, podemos llegar a la conclusión de que hay que agregarle más vida a hoy.  Agregarle valor a hoy, significa entender que hay momentos en la vida que valen años. Búscalos, persíguelos, invéntalos. Para eso late el corazón, para recrearnos de colores.
Agregarle más valor a hoy, significa entender “no se tome la vida demasiado en serio; nunca saldrá usted vivo de ella”. Hay que saber llenar de satisfacción, placer y paz, algunos de los segundos de cada hoy.
Agregarle más y más valor a hoy, significa reflexionar sobre algo que dijo en vida Steve Jobs, “Si vives cada día de tu vida como si fuera el último, algún día realmente tendrás razón”.
Agregarle más, más y más valor al día de hoy, es asimilar que la vida es lo poco que nos sobra de la muerte.
Charles Chaplin, alguien que muchos jóvenes no saben quién es, dijo una vez “Existe algo tan inevitable como la muerte: la vida”, y eso vale hoy. Por eso el compromiso de mantenerla, de luchar por ella, de saborear su jugo, de sentir su aroma. El mismo Chaplin dijo “Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da tiempo para más”.
Uno no reconoce los momentos realmente importantes en su vida hasta que es demasiado tarde. Por ello finalizo con una belleza de frase, de Pietro Metastasio, que en sus cortas palabras, encierra una eterna sabiduría: “La vida se mide por hechos, no por días”. Vive al máximo cada HOY…
@juanccarames
juancarloscaramespaz@gmail.com

domingo, 6 de mayo de 2012

La elegancia

Alquimia

Sobre la elegancia
Paulo Coelho --www.paulocoelhoblog.com






A veces me sorprendo a mí mismo con los hombros encorvados, y siempre que estoy así, puedo estar seguro de que algo no va bien. En ese momento, incluso antes de buscar qué es lo que me incomoda, procuro cambiar mi postura, hacerla más elegante. Al ponerme de nuevo en posición erecta, me doy cuenta de que este simple gesto me ayuda a tener más confianza en lo que estoy haciendo.

A menudo se confunde la elegancia con la superficialidad, la moda, la falta de profundidad.

Grave error: el ser humano necesita elegancia en sus acciones y en su postura, porque esta palabra es sinónimo de buen gusto, amabilidad, equilibrio y armonía.

Hay que tener serenidad y elegancia para dar los pasos más importantes en la vida. Evidentemente, no hay que volverse loco, preocupado a todas horas con la forma en que movemos las manos, nos sentamos, sonreímos, miramos a nuestro alrededor. Pero es bueno saber que nuestro cuerpo habla una lengua, y que la otra persona, incluso de forma inconsciente, está entendiendo lo que decimos más allá de las palabras.

La serenidad viene del corazón. Aunque muchas veces lo torturen pensamientos de inseguridad, él sabe que, a través de la postura correcta, puede volver a equilibrarse. La elegancia física, a la cual me estoy refiriendo en este artículo, viene del cuerpo, y no es algo superficial, sino el modo que encontró el hombre para honrar la forma en que pone los pies en el suelo. Por eso, si a veces sientes que tu postura te está incomodando, no pienses que es falsa o artificial: es verdadera porque es difícil. Hace que el camino se sienta honrado por la dignidad del peregrino.

Y por favor, nada de confundirla con la arrogancia o el esnobismo. La elegancia es la postura más adecuada para que el gesto sea perfecto, el paso sea firme, y tu prójimo sea respetado.

La elegancia se alcanza cuando se descarta todo lo superfluo, y el ser humano descubre la simplicidad y la concentración: cuanto más simple y más sobria sea la postura, más bella será. La nieve es bonita porque sólo tiene un color, el mar es bonito porque parece una superficie plana. Pero tanto el mar como la nieve son profundos y conocen sus cualidades.

Camina con firmeza y alegría, sin miedo de tropezar. Todos los movimientos están acompañados por tus aliados, que te ayudarán en lo que fuera necesario. Pero no olvides que también el adversario está observando y conoce la diferencia entre la mano firme y la mano trémula: por lo tanto, si estás tenso, respira hondo, piensa que estás tranquilo, y, por uno de esos milagros que no sabemos explicar, la tranquilidad en seguida se instalará.

En el momento en que tomas una decisión y la pones en marcha, procura revisar mentalmente cada una de las etapas que te llevó a preparar tu paso. Pero hazlo sin tensión, pues es imposible tener todas las reglas en la cabeza: y con el espíritu libre, a medida que revisas cada etapa, te darás cuenta de los momentos más difíciles, y de cómo los superaste. Eso se reflejará en tu cuerpo, así que ¡presta atención!

En el camino de Santiago

Alquimia

En el camino de Santiago, 1986

Paulo Coelho --www.paulocoelhoblog.com





--Ilustración Vanessa Balleza vanessa@ballezarte.com.ve --Traducción Juan Campbell-Rodger

"Esta nube tiene que acabar," pensaba mientras me afanaba por descubrir las marcas amarillas en las piedras y en los árboles del camino. Hacía casi una hora que apenas había visibilidad, y yo seguía cantando, para alejar el miedo, mientras esperaba que sucediera algo extraordinario. Envuelto en tinieblas, solo en aquel ambiente irreal, comencé una vez más a ver el Camino de Santiago como si fuese una película, en el momento en que se ve al héroe hacer lo que nadie más haría, mientras los espectadores piensan que esas cosas sólo pasan en el cine. Pero allí estaba yo, viviendo esa situación en la vida real. El bosque se tornaba más y más silencioso, y la oscuridad empezó a clarear. Podía ser que estuviera llegando al final, pero aquella luz confundía mis ojos y pintaba todo a mi alrededor de colores misteriosos y aterradores.

De repente, como en un espectáculo de magia, la oscuridad se desvaneció por completo. Y frente a mí, clavada en lo alto de la montaña, estaba la Cruz.

Miré a mi alrededor, vi el mar de nubes del que había salido, y otro mar de nubes muy por encima de mi cabeza. Entre estos dos océanos, los picos de las montañas más altas y la montaña del Cebreiro, con la Cruz. Sentí un gran deseo de rezar.

A pesar del deseo, no conseguí decir nada. A un centenar de metros más abajo, en una aldea de quince casas y una pequeña iglesia empezaron a encenderse las luces. Por lo menos tenía donde pasar la noche. Un cordero descarriado subió al monte y se puso entre la Cruz y yo. Me miró, un poco asustado. Durante mucho tiempo seguí mirando al cielo casi negro, a la Cruz, y al cordero blanco a sus pies.

­Señor ­dije, finalmente­. Yo no estoy clavado a esta Cruz, y tampoco te veo a ti en ella. Esta Cruz está vacía y así debe permanecer para siempre, porque el tiempo de la muerte ya pasó. Esta Cruz era el símbolo del poder infinito que todos tenemos, clavado y muerto por el hombre. Ahora este poder renace para la vida, porque he recorrido el camino de las personas comunes, y en ellas he encontrado tu propio secreto. También tú recorriste el camino de las personas comunes. Viniste a enseñarnos de cuánto éramos capaces, y nosotros no quisimos aceptarlo. Nos mostraste que el poder y la gloria estaban al alcance de todos, y esta súbita visión de nuestra capacidad fue demasiado para nosotros. Te crucificamos no por ingratitud para con el hijo de Dios, sino porque teníamos mucho miedo de aceptar nuestra propia capacidad. Con el tiempo y con la tradición, tú volviste a ser sólo una distante divinidad, y nosotros volvimos a nuestro destino de hombres.

El cordero se levantó y yo lo seguí. Ya sabía adónde me llevaba, y a pesar de las nubes, el mundo se había vuelto transparente para mí. Aunque no pudiese ver la Vía Láctea en el cielo, tenía la certeza de que existía y mostraba a todos el Camino de Santiago. Seguí al cordero, que caminó en dirección a aquella aldea, llamada también Cebreiro, como el monte. Allí, en cierta ocasión tuvo lugar un milagro, el milagro de transformar lo que uno hace en algo en lo que uno cree. El Secreto de mi espada y del Extraño Camino de Santiago.


Clásicos Gerenciales
Léelo, sólo, si deseas liberarte de las cadenas del conformismo II
Por: Juan Carlos Caramés Paz 

La semana pasada culminé mi artículo diciendo… “Más del 85 por ciento de los obstáculos del futuro están en tu mente, congélalos, no permitas que dominen tu presente. Define que deseas ser, y comienza a perseguir esa ilusión. Mantén el deseo del triunfo todos los días, él nunca se apaga, a menos que tú lo hagas. Elimina las barreras que te impiden mejorar”. Hoy deseo continuar compartiendo más elementos para liberarte de la cadenas del conformismo. 
La timidez también dificulta la libertad
Miles de personas con grandes capacidades tienen la ambición de lograr más con su vida, pero permiten que una timidez excesiva y la falta de fe en sí mismas se restrinjan y les limite su verdadero potencial. Son conscientes que dentro de ellas existen grandes poderes que luchan por expresarse, pero temen fracasar y ese temor las paraliza hasta que su ambición muere por falta de acción.
La falta de certeza las detiene... esperan y siguen esperando y esperando a que alguna situación misteriosa las libere y les dé la confianza y esperanza para actuar. Pero no saben que es la acción la que engendrará dicha confianza. No han entendido que deben actuar a pesar de sus temores para poder así superarlos. Siguen esperando a que éstos, de alguna manera, desaparezcan para entonces poder actuar.
Muchas personas están aprisionadas por la ignorancia 
Piensan que son muy viejos para comenzar; el precio de la libertad parece un precio muy alto por pagar en ese momento de su vida. Pero lo cierto es que a menudo se requiere una gran cantidad de fricción y lucha contra diversos obstáculos para que la verdadera fuerza del carácter de la persona salga a relucir.
El diamante nunca podría relevar la profundidad de su brillo y su belleza, si no fuese por la fricción que pule sus caras, lo afina y deja que la luz entre y revele su riqueza escondida. Este es el precio de su liberación de la oscuridad.  
Pregúntale a la mayoría de los hombres y mujeres que han logrado grandes cosas en el mundo, a qué le deben su fuerza, su amplitud de mente, y la diversidad de experiencias que han enriquecido sus vidas. Ellos te dirán que todos son frutos de la lucha; que han adquirido su disciplina y su carácter, con el fin de poder escapar de un ambiente poco amigable para romper las cadenas que los han esclavizado; para obtener una educación; para alejarse de la pobreza; para llevar a cabo algún plan anhelado; para alcanzar su ideal, fuese cual fuese.
Los anhelos sin satisfacer y las ambiciones truncadas van destruyendo poco a poco nuestros deseos. Absorben la fuerza del carácter, aniquilan la esperanza y manchan los ideales. No creo que exista alguien que pueda ser enteramente feliz, hasta que haya ejercido esa gran pasión que habla más fuerte dentro de sí y haya utilizado el talento con el cual fue destinado para triunfar, por encima de todos sus demás talentos.
Hasta el anhelo de alcanzar un ideal morirá eventualmente, si no se hace ningún esfuerzo por satisfacerlo. Nadie debería permanecer voluntariamente en un ambiente que evita su desarrollo. La civilización le debe sus más grandes triunfos a las luchas de hombres y mujeres que se liberaron de las cadenas de las circunstancias.
Ningún ser humano puede llevar una vida plena mientras esté atado a hábitos o creencias que lo repriman. 
Uno debe tener libertad de pensamiento, además de libertad de acción para alcanzar su máximo nivel. No debe haber cadenas en nuestra conciencia, ni ataduras sobre los poderes con que contamos.
Sé tú mismo
No cedas ni pidas perdón por querer lograr más. Pocas personas se pertenecen a sí mismas. Van hacia donde los empujan. Desperdician una gran cantidad de energía en lo que realmente no es importante en la vida; pasan la vida pagando por los errores del pasado o saldando deudas viejas que surgieron de los malos juicios. En vez de avanzar y ganar en la carrera de la vida, siempre están tratando de recuperar el tiempo perdido. Siempre están en la cola -y no a la vanguardia- de sus posibilidades. Son esclavos de sus deudas, de trabajos que odian o de las decisiones de otros. No saben lo que quieren hacer. Hacen lo que sienten que deben hacer, desperdiciando su energía para poder ganarse la vida, de tal modo que no queda prácticamente nada de sus vidas.
¿Hay algo que pueda compensar a un joven por su pérdida de libertad de acción, por su libertad de expresión y convicción? Nunca te pongas en una posición, sin importar el incentivo -ya sea un salario grande u otra recompensa financiera, o la promesa de posición o de influencia- donde no puedas actuar de acuerdo a tus principios. No dejes que ninguna consideración te amarre la lengua o compre tu opinión. Considera tu independencia como un derecho inalienable, del cual nunca te separarás por cualquier motivo.
Un talento con libertad es infinitamente mejor que un genio amarrado y estrangulado. ¿De qué sirve un intelecto gigante que esté tan restringido y masacrado que sólo puede hacer el trabajo de un pigmeo?
Para sacar el máximo provecho de nosotros mismos, debemos cortar con lo que nos agota la vitalidad -a nivel físico o moral- y debemos dejar de desperdiciar nuestra vida. Debemos separarnos de todo lo que tienda a debilitar el esfuerzo, disminuir los ideales, y bajar los estándares de calidad de vida; debemos alejarnos de todo lo que tiende a matar la ambición y hacer que nos conformemos con la mediocridad.
@juanccarames
juancarloscaramespaz@gmail.com