lunes, 26 de abril de 2010

Amor que fortalece o amor que debilita

Amor que fortalece o amor que debilita

¿Qué es el amor? El amor verdadero no produce debilidad, no es dependiente, no esclaviza sino libera. El amor verdadero no es devoción ciega, no es: "yo no puedo vivir sin ti y tú sin mí". íEl amor verdadero cree en el amado no para si! Cree en la grandeza del amado y desea que venza, que surja, aunque eso lo separe. Así el padre que ama no crea hijos dependientes, apegados y emocionales. El padre que ama levanta una estirpe fuerte y capaz, poderosa y valiente para enfrentar la vida con todas sus vicisitudes.

El amor verdadero no desindividualiza, no es: "tú me completas, eres mi media naranja". El amor que fortalece, se crea entre dos individuos completos, dos amigos sinceros, una pareja que es un 200%. Cada uno siendo él, no perdiéndose el uno en el otro, más bien encontrándose el uno en el otro.

El amor que es verdad, impulsa a enfrentar los miedos, a tener valor, a avanzar. No se basa en la necesidad, se basa en la grandeza de cada individuo, siendo apoyado e impulsado por el que lo ama.

El amor no ata, realza al individuo. Inspira al yo, lo acciona a encontrarse con su espíritu, con su origen, con su ser. Produce certeza y orienta.

Es acertado, es seguro, es cierto, porque no se deja llevar por el vaivén de las emociones. El amor infinito, el que procede de la verdad, no es emocional, porque el que se deja arrastrar por las emociones es inconstante; un día ama, otro día odia; un día está alegre, otro día triste. Actúa por temor y por necesidad, no es íntegro, no es honorable, no sabe lo que es valor porque no conoce el verdadero amor.

El amor que debilita, que hace que el otro dependa, no es amor, es necesidad y la necesidad degrada al hombre. El amor que fortalece no es un Romeo, ni una Julieta; no es una tragedia de sufrimiento. Los amores dramáticos, sufridos, son apegos, son obsesiones, no son amor de verdad. El que ama sabe vivir sin su amado, aunque escoja vivir junto a él/ella. Es el hijo capaz, el padre que es columna; la madre que es confianza, el amado que impulsa y cree en la amada, es la amada que sabe lo que vale el amado. El amor es vivido, no sufrido, y cuando sufre lo hace con dignidad, con honor con la fortaleza de un guerrero, cuyas heridas sabe que han de sanar, para volver a la batalla a enfrentar con valor la vida cada día.

sábado, 17 de abril de 2010

Efectos destructivos del temor

Clásicos Gerenciales
Efectos destructivos del temor

Juan Carlos Caramés / jcarames@cantv.net

El temor puede ser una fuerza muy destructiva en la vida de una persona. La raíz de la palabra temor tiene que ver con ataque súbito, emboscada o trampa. Eso es lo que el temor hace en nosotros: Nos ataca y nos hace cautivos. Como Víctor Frankl, psiquiatra y sobreviviente al campo de concentración nazi, observó: “El temor hace que se vuelva realidad lo que uno teme”. El poder destructivo del temor, si no se le pone cuidado, puede ser devastador. A continuación están sólo algunas de las cosas negativas que el temor puede causar en la vida de una persona.

El temor genera más temor…

Lo más insidioso del temor es su habilidad de exagerarse a sí mismo. Rara vez lo que tememos se hace realidad. En nuestras mentes proyectamos anticipadamente desastres que muy probablemente nunca ocurrirán. Y cuando no sucede, pensamos: “¡Uf! ¡estuvo cerca!”, cuando en realidad fueron nuestros propios pensamientos los únicos que crearon el posible peligro para nosotros.

El temor causa la falta de acción…

Una persona que registra censos estaba dirigiéndose a una zona rural para terminar el trabajo de su territorio. Mientras manejaba por los caminos del interior vio muchas casas con el letrero “Cuidado con el perro”. En la reja de la última casa en su lista, vio otro letrero que decía “Cuidado con el perro” al momento de entrar por un corral cerca al granero.

Temeroso de salir del carro, tocó su corneta, y de pronto salió un hombre del granero con un perro chihuahua a su costado.

Cuando el registrador de censos terminó de hacer sus preguntas y llenar su formulario, mencionó que había visto muchos letreros que decían “Cuidado con el perro”, y preguntó: “¿Es este el perro al que se refiere el letrero?”.

“Sí, desde luego”, contestó el hacendado mientras recogía a su perro amistoso.

Pero ese perro no asusta ni a una mosca.

“Lo sé”, dijo el hacendado, “pero el letrero sí”.

La lección es que el temor es como un letrero de advertencia que nos asusta de un perro ¡que no nos puede lastimar!

La gente que se deja dominar por algún tipo de temor se encuentra cada vez más atemorizada. Esto puede crear un círculo debilitador. Funciona a menudo de la siguiente manera: El temor causa que nos asustemos de hacer algo que podría ser beneficioso para nosotros. El tomar acción requerirá que nos movamos hacia lo desconocido. Eso puede asustar, pero si nos rendimos a nuestro temor, no avanzamos. No recibimos el beneficio de lo que evitamos, ni ganamos la valiosa experiencia que nos convertiría en personas más informadas. En consecuencia, nos quedamos ignorantes en esa área de la vida, y la ignorancia casi siempre genera más temor, haciendo mucho más difícil el poder salir adelante y terminar las cosas.

No podemos permitir que el temor nos paralice. Como observó John F. Kennedy: “Hay riesgos y costos en un programa de acción, pero son mucho menos que los riesgos y costos a largo plazo de la cómoda falta de acción”. Si tenemos demasiado temor a fracasar, probablemente nunca ganaremos. Si tenemos temor a morir, difícilmente viviremos. Todo en la vida tiene algún grado de riesgo. El temor nos debilita…

El peor peligro que enfrentamos es el peligro de ser paralizados por la duda y el temor. Este peligro lo traen aquellos que abandonan la fe y se burlan de la esperanza. Lo traen aquellos que esparcen el cinismo y la desconfianza y los que tratan de evitar que veamos nuestra oportunidad de hacer el bien para la humanidad.

El temor y la ansiedad son emociones debilitadoras. Son el interés pagado por adelantado por una deuda que puede que nunca debamos. Una persona no puede permitir que el temor se convierta en su amo y convertirse a la vez en el amo de sus fuerzas. Simplemente no puede ser.

El temor desperdicia tu energía…

Un viejo adagio dice “El temor hace que el lobo se vea más grande de lo que es”. Debido a eso, cuando las personas se dejan dominar por el temor, gastan energía en formas que no deberían. ¿Cómo? A veces evitan cosas que realmente no pueden lastimarlas, como el hombre que regresó de una caminata a su cabaña vacacional muy arañado y golpeado.

“¿Qué sucedió?”, le preguntó su esposa.

Me encontré con una culebra en el camino, contestó el hombre.

“¿No te acuerdas?”, respondió la mujer. “El guardabosque nos dijo ayer que ninguna de las culebras que están allí son venenosas”.

No tienen que ser venenosas si te pueden hacer saltar a un precipicio de seis metros.

Evidentemente el temor del hombre, no la culebra, era el problema.

En otras ocasiones la gente desperdicia energía imaginándose las soluciones a problemas que teme que le van a venir. Irónicamente, lo que comenzó como un temor infundado puede convertirse en un verdadero problema porque una persona desperdició energía en hacerse ilusiones en lugar de emplearla en acción productiva.

Joe Tye, autor de “Nunca temas, nunca te rindas”, dice: “El pensar en lo que uno desea que ocurra es el candado que el temor pone en la reja de la prisión. El temor deja que te complazcas, por un tiempo, en pensamientos ilusos. De alguna manera, tú piensas, algo pasará que hará que desaparezcan los problemas. Para cuando despiertas de ese sueño, es demasiado tarde; lo que temías ha ocurrido, y el temor te ha derrotado. La única forma de escapar de la prisión del temor es la acción. No puedes salir con sólo desearlo, no puedes salir con sólo esperarlo, sólo puedes salir tomando acción. Cada vez que te escapas de la prisión del temor, creces más fuerte.

En resumidas cuentas, el temor puede empujarte en la dirección equivocada al producir energía nerviosa que causa que hagas las cosas lo peor posible en una situación nueva, o puede consumir tu energía mientras luchas en contra de sus efectos paralizadores.

El temor no deja que nosotros y otros alcancemos nuestro potencial…

El temor nos roba de nuestro potencial. Nos hace más pequeños de lo que somos. Uno de los grandes errores que podemos cometer en la vida es estar en constante temor de que nos vamos a equivocar.

Cuando cedemos al temor, ya estamos derrotados. La gente que es dominada por el temor se queda donde está segura, y eso es triste porque la gente no puede alcanzar su potencial quedándose donde está segura. Peor aún, tampoco dejan que otros alcancen su potencial. Cuando un líder es dominado por el temor, se convierte en un tope para la gente que lo sigue. Mucha gente deja de alcanzar su potencial porque sus líderes son temerosos.

Nuestras dudas son traicioneras, y nos hacen perder lo que a menudo podríamos ganar, por medio del temor a intentar.

William Shakespeare

lunes, 12 de abril de 2010

Rumbo a la excelencia Vivir enamorados

Rumbo a la excelencia
Vivir enamorados

Amancio E. Ojeda Saavedra / amancio@alianzasdeaprendizaje.com

El enamoramiento data desde la creación de la humanidad, y todos sabemos el significado de “estar enamorado”, en ocasiones se nos confunde con ilusión y en otros casos el enamoramiento es tan fuerte que se convierte en amor eterno.

Que sabroso es sentir ese cosquilleo en el estómago, que impactante es reconocernos que pasamos horas tras horas pensando en ese ser tan especial, qué rápido pasa el tiempo cuando estamos a su lado, cuántos riesgos tomamos para estar y permanecer juntos; es que cuando estamos enamorados nos sentimos realmente vivos.

Cuando estamos en “estado de enamoramiento” las cosas a nuestro alrededor cambian; todo parece que nos sonriera, la gente menos afable la ignoramos sin hacernos de eso un conflicto, los problemas tienen soluciones más sencillas, la pasión se incrementa, la sensibilidad se despierta, la imaginación y la creatividad se ponen de manifiesto; en definitiva nos entregamos de forma absoluta haciendo lo que nos corresponde de la mejor forma posible, actuando, aprendiendo, sintiendo, manifestando, queriendo, amando, sólo porque estamos enamorados.

Hoy los tiempos exigen que vivamos enamorados de cada cosa que hacemos, de nuestro empleo, de nuestra organización, de nuestro hogar, de nuestra pareja, de nuestros hijos, de nuestro planeta, de nuestra ciudad, de la profesión que ejercemos, de toda actividad en la que participemos.

Quienes hacen los grandes cambios en las organizaciones y en el mundo, no son aquellos que hacen porque “hay que hacerlas”, son los que a cada cosa que hacen le entregan el corazón sin medida, se enamoran y ponen todos los elementos que se destacan cuando se está enamorado.

Tu vida y la mía está diseñada para estar enamorados todo el tiempo, nacimos para dar lo mejor y poner toda nuestra energía en aquello que deseamos para nosotros y para los otros; el enamorarse de la vida y crear nuestras propias circunstancias, es la mejor forma de generar cambios duraderos, con la conciencia de saber que nuestros ideales y proyectos son valerosos para mí y para otros.

Y que mejor frase para cerrar que aquella del poeta Mario Benedetti que dice: “Y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor.”

jueves, 8 de abril de 2010

Los pensamientos producen debilidad o fuerza

Los pensamientos producen debilidad o fuerza

Hay personas que deliberadamente escogen pensar en todo aquello que es negativo. Insisten en permanecer con rencor, odio, avaricia, celos, envidia y crítica. La vida tiene dos polos, cada negativo tiene un positivo y con una decisión podemos cambiar de positivo a negativo o viceversa. Al perdonar se suelta el rencor y se accede al amor. Con gratitud se disipa la queja y la crítica. Con amor se neutraliza el odio. Con paz se acaba la guerra. Para muchos esto parece utópico, pero si entendemos que el mundo existe en nuestra mente, (o por lo menos nuestro mundo) y que nuestros pensamientos determinan las emociones que sentimos, entonces lo ideal no está lejos de nosotros. El infierno o el cielo está al alcance de nuestra mente. Recordemos también que nuestros pensamientos son los que nos motivan a actuar de determinada manera. Creer que no tenemos control sobre lo que pensamos, hacemos y sobre las circunstancias, es vivir una vida inconsciente y de esclavitud. Cuando empezamos a tomar responsabilidad por nuestros pensamientos, acciones, y dejamos el papel de víctima, la realidad cambia. Al asumir que lo que estamos viviendo, en mucha medida, lo creamos nosotros mismos, entramos en una frecuencia de poder. El poder de saber que también podemos salir de cualquier estado en que nos encontramos.

Pensamientos negativos debilitan el cuerpo y nos hacen vulnerables a enfermedades y a situaciones adversas. Pensamientos positivos tonifican el cuerpo y atraen amor, felicidad, oportunidades y fortalecen el sistema inmunológico protegiéndonos contra enfermedades; y si estamos enfermos, nos ayudan a sanar. No importa lo que esté pasando en nuestra vida, podemos elegir pensar en lo negativo o pensar en lo positivo, es cuestión de enfoque. Todo lo que le das atención crece. Es por esto que si le damos atención al problema o a la enfermedad ésta crecerá. Si nos enfocamos más bien en la solución, el aprendizaje o en la salud esta crecerá. Con decisiones de como pensar y como actuar, salimos de estados de debilidad a estados de poder y fuerza; activamos conscientemente las leyes universales de la atracción, de la intención y de la causa y efecto. Podemos incluso salir de efectos negativos del pasado con una decisión consciente de cambiar la frecuencia de nuestros pensamientos. Con consciencia podemos aumentar nuestra confianza, persistir en nuestros esfuerzos positivos y tomar decisiones inteligentes, que poco a poco atraerán el éxito integral.

Alison Salas McCarthy (*)
(*) Psicólogo y consultora en liderazgo y éxito integral.

Clásicos Gerenciales

Clásicos Gerenciales
Una persona influyente... escucha a las personas

Si hoy fuera a una entrevista laboral, ¿cuál diría usted que es la destreza más importante que necesita? ¿Acaso es la escritura, para escribir un tremendo resumen curricular? ¿O quizás la habilidad de vender? Después de todo, ¿no es eso lo que uno hace en una entrevista: venderse uno mismo? ¿Y qué del carisma? Si es carismático, seguro que obtendrá el trabajo que desea, ¿verdad? O digamos que en vez de ir a una entrevista, iba a pasarse el día reclutando, sean prospectos para sus negocios, empleados para la compañía, o personas para jugar en su equipo de beisbol. ¿Qué destreza le haría falta como reclutador? ¿Discernimiento? ¿Ojo para el talento? ¿La habilidad de tener una visión y emocionar a las personas? ¿O quizá sería la habilidad para ser firme en las negociaciones? Mejor aún, digamos que hoy su trabajo es suplirle nuevas ideas a su organización. ¿Qué cualidades necesitaría? ¿Creatividad? ¿Inteligencia? ¿Mejor educación? ¿Cuál es la habilidad principal que necesitaría?

Lo que todos los grandes líderes reconocen como algo indispensable para su habilidad para influir a otros y que tenga éxito, es la habilidad de escuchar.

Edgar Watson Home bromeó en una ocasión: “Ningún hombre le escucharía hablar de no saber que luego tendrá su turno”. Las personas influyentes entienden el increíble valor de convertirse en un buen oyente. Nunca se me olvida este mensaje en la entrada de una oficina: “No aprendes nada cuando eres el único que habla”.

La habilidad de escuchar de manera diestra es una clave para lograr influir a otros. Escuchar ofrece los siguientes beneficios, considérelos...

Escuchar muestra respeto...

La psicóloga Joyce Brothers afirmó “escuchar, no imitar, podría ser la forma más sincera de adular”. Cuando uno no le presta atención a lo que otros tienen que decir, les dice que no los valoriza. Pero cuando escucha a los demás, expresa respeto. Aun más, les muestra que está interesado.

Un error que las personas comenten con frecuencia al comunicarse es esforzarse mucho en impresionar a la otra persona. Intentan aparentar ser inteligentes, cómicos o entretenidos. Pero si desea relacionarse bien con los demás, tiene que estar dispuesto a enfocarse en lo que tengan que ofrecer. Impresiónese e interésese, no sea impresionante e interesante. El poeta Ralp Waldo Emerson reconoció “cada hombre que conozco es en cierta medida mi superior, y puedo aprender de él”. Recuerde eso y escuche, y las líneas de comunicación realmente se abrirán.

Escuchar construye relaciones...

Dale Carnegie, autor del libro “Cómo ganar amigos e influir en la gente”, aconsejó “Puede ganar más amigos en dos semanas, convirtiéndose en buen oyente, que en dos años tratando de hacer que otros se interesen en usted”. Carnegie reconoció que las personas enfocadas en sí mismas y que todo el tiempo hablan sobre ellos y sus intereses raras veces desarrollan relaciones fuertes con otros.

Al convertirse en un buen oyente, puede conectarse con otros a más niveles y desarrollar relaciones más fuertes y profundas porque satisface una necesidad. Todo el mundo necesita a alguien que realmente lo escuche. Cuando uno se convierte en ese oyente importante, ayuda a esa persona. Y da un paso significativo para convertirse en una persona influyente en su vida.

Escuchar aumenta el conocimiento...

Un buen oyente no sólo es popular en todas partes. Después de un tiempo sabe algo. Sorprende cuánto puede aprender de sus amistades y familia, su trabajo y de otras personas.

Un problema común de las personas, a medida que adquieren más autoridad, es que muchas veces escuchan menos, sobre todo a los que le reportan. Mientras más se aparta del frente de batalla, más tiene que depender de otros para obtener información confiable. Mientras avanza en la vida y llega a tener más éxito, no pierda de vista su necesidad de seguir creciendo y mejorándose. Y recuerde, un oído sordo es evidencia de una mente cerrada.

Escuchar genera ideas...

Plutarco, de la antigua Grecia, afirmó: “Aprenda cómo escuchar, y se beneficiará hasta de aquellos que hablen mal”.

Cuando uno escucha coherentemente a otros, jamás sufre por no tener ideas. A las personas les encanta contribuir, sobre todo cuando su líder los hace partícipes del crédito. Si le da oportunidades a las personas para que expresen sus pensamientos, y los escucha con receptividad, siempre habrá un flujo de ideas nuevas. Y aunque oiga algunas poco útiles, escucharlas simplemente puede encender otros pensamientos creativos en usted y en otros. Jamás sabrá cuán cerca está de una idea millonaria a menos que esté dispuesto a escucharla.

Vigile lo que comúnmente impide que escuchemos. Veamos algunas recomendaciones.

Primero... La mayoría de las personas exagera el valor de hablar y menosprecian el oír. Los buenos comunicadores saben cómo vigilar su promedio de hablar y escuchar: “Escuche el doble de lo que hable”.

Segundo... Para algunos, especialmente los que tienen mucha energía, detenerse lo suficiente como para escuchar puede ser desafiante. La mayoría de las personas tiende a hablar una 180 palabras por minuto, pero pueden escuchar unas 300 a 500. Esa disparidad puede crear tensión y hacer que el oyente se desenfoque.

Si desea convertirse en mejor oyente, necesita aprender a dirigir esa energía y atención positivamente concentrándose en la persona con quien está. Observe el lenguaje corporal. Mire los cambios de la expresión facial. Vea los ojos de la personas. Peter Drucker señaló “Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice”. Si gasta su energía adicional observando a la persona minuciosamente e interpretando lo que dice, sus destrezas auditivas mejorarán en forma.

Tercero... Casi todo el mundo tiene filtros emocionales que le impiden escuchar ciertas cosas que otros tienen que decir. Sus experiencias, tanto positivas como negativas, colorean la manera en la que ve la vida y moldea sus expectativas. Y las particularmente fuertes, como los traumas o incidentes de niñez, pueden hacer que tienda a reaccionar a sí mismo siempre y cuando se perciba en una situación parecida. Como dijera Mark Twain en una ocasión : “Un gato que se sienta en una estufa caliente jamás volverá a sentarse en una así. Tampoco se sentará en una fría. De ahí en adelante, a ese gato simplemente no le gustarán las estufas”.

Si jamás resuelve sus fuertes experiencias emocionales, es posible que filtre lo que otros digan mediante esas experiencias.

Sigmund Freíd afirmó: “Un hombre con dolor de dientes no puede estar enamorado”, indicando que ese dolor no le permite percatarse de ninguna otra cosa que de él. Igualmente, siempre que una persona tenga algo por resolver, las palabras de otros se ahogarán en el transcurso.

Ideas combinadas con John C. Maxwell

Tomado de mi buen amigo Juan Carlos Carames.