martes, 11 de junio de 2013

De la Libertad de Tránsito en la Venezuela de la V República



De la Libertad de Tránsito en la Venezuela de la V República

Tengo un amigo que me dijo que tiene un amigo que dice que le gustan más los gatos que los perros, porque no hay “gatos policías”. Y nos guste o no, el Poder de Policía, ejercido por el Estado a través del Cuerpo de Policía –la Policía- es un mal necesario en este sistema mundial. Es decir, en la “sociedad ideal”, la sociedad basada en la Solidaridad y la Igualdad, que consecuentemente fructificarían en Justicia y Paz, no existiría la Policía, ya que independientemente de otras funciones que asuma o se le atribuyan, esta es una fórmula de la sociedad organizada en estado, de naturaleza represiva. Es decir, es un poder creado para controlar y reprimir aún en sociedades avanzadas, quiero decir sociedades con un grado importante de apego al respeto a los derechos ciudadanos y civiles, por ejemplo Cuba –país donde estuve en un par de ocasiones- y Noruega –país donde tengo afectos cercanos-.
En otras sociedades con grado de avance importante, especialmente en el llamado “Primer Mundo”, EE UU. y España –sólo para citar dos ejemplos-, el ciudadano común se ve cubierto de una manera más real por esto que técnica y jurídicamente se conoce como Estado de Derecho. O sea, las personas pueden circular, trabajar y divertirse con amplia libertad individual, siempre y cuando no infrinjan las normas y las leyes; es decir “usted es dueño de su vida y de su quehacer, mientras no se demuestre o presuma con evidencia real, que está contraviniendo alguna norma o ley”. En términos jurídicos se expresa “la buena fe se presume, la mala fe se demuestra”, o como lo vemos en las series de televisión: “toda persona es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad”.
Para citar un ejemplo, es por eso, por el Estado de Derecho, que en los organizados países del llamado Primer Mundo sea tan fácil ser un inmigrante ilegal… ACLARACIÓN: un “inmigrante ilegal” no es un delincuente, es alguien que está en un país que no es el suyo y simplemente carece de la documentación que lo legitima como habitante de ese país. Por ejemplo: una gran cantidad de venezolanos tiene al menos un pariente o un amigo viviendo “ilegalmente” en los EE UU. ¿Cómo es posible que en un país tan organizado y controlado, con policías bien entrenadas y equipadas, donde no es tan fácil el soborno y la “matraca”, sea tanto el inmigrante ilegal? Sencillamente porque los policías están aplicados y coordinados para tareas más importantes y efectivas que estar parados en un parque público o una avenida exigiéndole documentos a cada persona que pasa. Esa práctica, aparte de ser muy pobre en resultados reales y contribuir al malhumor general, está en contra del Estado de Derecho y en mayor o menor grado, es una característica de los regímenes dictatoriales.

En Venezuela, aún a pesar de la pésima o inexistente Educación Cívica, la gran mayoría del pueblo, la gran mayoría de El Soberano, vive y se desenvuelve dentro de la ley. Los infractores, los delincuentes, los ilegales son una pequeña minoría. En un país con un Estado de Derecho real y funcional no se molesta a cientos de transeúntes porque por ahí cae uno sorprendido en un ilícito. No se puede parar y controlar la carga y los papeles de cada camión que traspone una frontera estadal, porque eso es pérdida de tiempo (que se traduce en costos en un país con redes viales colapsadas), porque es una práctica muy pobre en resultados reales e insume cantidades significativas de recursos humanos que podrían aplicarse a tareas más constructivas y efectivas, y contribuye al malestar del trabajador honesto; aun más, contribuye a la extorsión, el soborno y la matraca, está en contra de la presunción de buena fe, y violenta el Estado de Derecho Constitucional. Estoy seguro que –si las hay- las estadísticas mostrarán claramente que la detección, seguimiento y neutralización de elementos delictivos, es mayoritariamente resultado de operaciones de inteligencia, denuncias o delaciones, y no de dos policías novatos exigiendo papeles a un ciclista, o un guardia nacional revisando ávidamente el empaque de Ping-pong de un distribuidor de chucherías. Esas prácticas, lo mismo que los operativos en que se detiene autobuses para bajar, revisar y palpar de armas a los pasajeros, son una forma de terrorismo de Estado de baja intensidad que logra, entre otros, dos resultados convenientes a los gobiernos de facto: por un lado, atemoriza al ciudadano común por la vía del maltrato inmerecido, y por otro, suministra una pequeña cuota de poder e impunidad que significan un paliativo a la disconformidad de elementos policiales sobreexplotados, mal equipados y mal atendidos. La Venezuela de la IV República construyó su modelo de “democracia” utilizando este tipo de mecanismos para consolidar su poder…

…¿Y la Venezuela de la V República?... Silvio Rodríguez dice: Nadie sabe qué cosa es el comunismo y eso puede ser pasto de la censura… Algo parecido ocurre con el término “Revolución”: la propaganda malintencionada de los que la adversan, encuentra su ratificación en la prédica y la práctica de los que la apoyan sin entenderla.
La Revolución, como la Sociedad Perfecta, o la Felicidad, no existen, existe el camino. Es decir, no hay una culminación en la búsqueda de la Felicidad, ni de la Revolución, siempre será posible y necesario hacer algo más. “Revolución” no tiene nada que ver con “dictadura”, “imposición”, “represión” o “violencia”. Revolución es simplemente “vuelta”, “cambio”, “movimiento” (que es “vida”)… …Y la vida sin Revolución no es vida, y la Revolución sin vida no es “Revolución”… Y la Revolución Fundamental es revolucionarse.

Estoy definitivamente convencido de que el Presidente entiende esto cada vez que dice “Revolución”, pero en la medida que avanza este Proceso y en la medida que viajo o transito por las carreteras o ciudades venezolanas, descubro con tristeza y más con enojo, cuántas cosas –en la práctica- no han cambiado nada. Y el tiempo pasa.
Es posible que se estén creando y corrigiendo los mecanismos legales para depurar los severos vicios arraigados en la parodia de democracia con que los dueños de todo engañaban al Pueblo de Venezuela. Pero el conocimiento, acceso y manejo de esos mecanismos está todavía restringido a los ámbitos técnicos y jurídicos (como el COPP), y muy poco de democracia real y práctica se aprecia en lo cotidiano.
El ciudadano común, el Pueblo, El Soberano empieza a portar consigo y leer una Constitución azul que le afirma sus derechos, pero permanece aún indefenso ante los atropellos cotidianos de cuerpos de seguridad que siguen aplicando las prácticas represivas y coercitivas de la IV República. Un derecho tan elemental como el de Libre Circulación, es cotidianamente violado en Venezuela. El ciudadano común –El Soberano- está indefenso y expuesto a ser requisado a capricho por cualquier cuerpo de seguridad, simplemente por estar circulando en la vía pública y aunque no medie una razón real o aparente.
Un dicho popular reza que “para morirse sólo es necesario estar vivo”, jugando con esta idea, podríamos asegurar que en Venezuela, “para ser abordado y requisado sólo es necesario estar caminando por la vía pública.”
Sufrir el acoso del control permanente y el interrogatorio, es una mala costumbre impresa por repetición en la conciencia del ciudadano, que acepta con excesiva tolerancia y pasividad el atropello. Y es a todas luces evidente que no se trata de prácticas llevadas a cabo por elementos rebeldes aislados, sino que forman parte de la estructura filosófica de los responsables de diseñar y ensayar otros mecanismos, y sin embargo repiten prosaicamente los operativos de la vieja Venezuela, contra los que votó El Soberano cuando eligió la Revolución propuesta por Hugo Chávez.
La buena fe se presume, la mala fe se demuestra. Esto debería ser base estructural en la formación del efectivo policial, que debe estar atento, vigilante y servicial, con el “honor como divisa” como reza el eslogan, y no tan dispuesto a desconfiar e increpar al transeúnte.
Además, el de Libre Circulación es un Derecho Constitucional que no se pierde por no portar un documento de identidad, una persona es quien dice ser, salvo que se demuestre o haya una sospecha fundada de lo contrario. En países con burocracias estatales anacrónicas, como Argentina (que además tiene una larga y terrible historia de dictaduras), el ciudadano común sale sin documentos a la calle, ya que el mayor problema que pudiera afrontar sería perderlos y tener que tramitarlos nuevamente, a nadie se le ocurre que lo va a parar un policía para pedírselos. Los documentos personales son necesarios para hacer trámites, comprar o vender cosas importantes, viajar, identificarse a la hora de un problema o accidente, situaciones excepcionales, etc…
También en situaciones excepcionales, las Fuerzas Armadas intervienen en ámbitos que son de incumbencia del Poder Civil, y en esas situaciones excepcionales se desdibujan fronteras que deben ser recompuestas perentoriamente, para evitar que la “situación excepcional” se transforme en una “normalidad” que producirá conflictos al mezclarse un poder vertical con uno horizontal, que generalmente será el más perjudicado. La Sociedad Mundial y especialmente América Latina, conocen de sobra las calamidades en que resultan esos desórdenes. La democracia venezolana arrastra este desorden como una carga más de las que componen la pesada herencia de la IV República, y tratándose de un desorden típico de los regímenes de facto, una vez más proporciona argumentos consistentes a los enemigos del Proceso, que presentan a Chávez como “dictador déspota”.

No creo que exista en el planeta una democracia perfecta donde todos los ciudadanos gocen de los mismos derechos, pero la indefensión del ciudadano común venezolano ante el atropello de cualquier uniformado no concuerda en absoluto con ninguna forma de democracia, y la continuidad de esa deformación a varios años de Gobierno Bolivariano está muy lejos de ser revolucionaria.

Ninguna Revolución Bonita, que tenga como objetivos la Solidaridad y la Igualdad, se construye a partir de la desconfianza, y es deber del Estado inculcar y vigilar la aplicación de este principio en las Instituciones. Por ejemplo, elevando al Poder de Policía hasta un sitial de protector integrado a la sociedad, y no perpetuándolo como poder represivo y antipático, ocupado en cuidar los bancos donde los ricos tienen su plata.

LA REVOLUCIÓN FUNDAMENTAL ES REVOLUCIONARSE.
IDEAS ORIGINALES CONTRA LAS VIEJAS PRÁCTICAS.
SOLUCIONES NUEVAS A LOS VIEJOS PROBLEMAS.
EQUIVOQUÉMONOS POR ENSAYAR, NO POR REPETIR.

Desde Mérida, República Bolivariana de Venezuela, Arturo Arce




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