martes, 8 de marzo de 2011

La renuncia

La renuncia

Andrés Eloy Blanco

De Poda (1934)

He renunciado a ti. No era posible.

Fueron vapores de la fantasía;

son ficciones que a veces dan a lo inaccesible

una proximidad de lejanía.

Yo me quedé mirando como el río se iba

poniendo encinta de la estrella...

hundí mis manos hacia ella

y supe que la estrella estaba arriba...

He renunciado a ti, serenamente,

como renuncia a Dios el delincuente;

he renunciado a ti como el mendigo

que no se deja ver del viejo amigo;

como el que ve partir grandes navíos

con rumbo a hacia imposibles y ansiados continente;

como el perro que apaga sus amorosos bríos

cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

como el marino que renuncia al puerto

como el buque errante que renuncia al faro

y como el ciego junto al libro abierto

y el niño pobre ante el juguete caro.

He renunciado a ti, como renuncia

el loco a la palabra que su boca pronuncia;

como esos granujillas otoñales,

con los ojos estáticos y las manos vacías,

que empañan su renuncia, soplando los cristales

en los escaparates de las confiterías...

He renunciado a ti, y a cada instante

renunciamos un poco de lo que antes quisimos

y al final, ¡cuántas veces el anhelo menguante

pide un pedazo de lo que antes fuimos!

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.

Cuando renuncie a todo, seré mi propio düeño;

desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.

La renuncia es el viaje de regreso del sueño...

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